Friday, September 3, 2010

La libertad de venta de productos alimenticios: ¿solución o problema?

La libertad de venta de productos alimenticios: ¿solución o problema?
Viernes 03 de Septiembre de 2010 09:29 Elías Amor, Valencia

Hace algunos días, el régimen castrista anunciaba otra de sus reformas
para mejorar el funcionamiento de la economía. Entre las primeras
profesiones que se autorizan al ejercicio libre, aparece la de vendedor
de productos agropecuarios en las afueras de las ciudades. De momento,
la experiencia se va a llevar a la práctica en las urbes de tamaño
intermedio, no estando prevista la implantación de este nuevo modelo en
las grandes capitales. Una apuesta, según las autoridades del régimen,
por la necesidad, por poner fin a la escasez de alimentos y mejorar las
condiciones de vida de la población.

Conviene señalar que, hasta la fecha, el ejercicio de esta actividad de
distribución comercial minorista en Cuba se movía en el ámbito de la
oscuridad y la economía informal, ya que, al no encontrarse autorizada,
las sanciones y multas, e incluso las condenas de prisión, se convertían
en el quehacer cotidiano de las autoridades, empeñadas en sofocar
cualquier atisbo de independencia económica en los distintos sectores
sociales.

Por lo tanto, lo que parece haber hecho el castrismo raulista ha sido
reconocer y autorizar el ejercicio libre de la actividad comercial, sin
alterar la estructura de los derechos de propiedad ni reconocer el papel
fundamental de la economía de mercado como mecanismo de asignación. El
único fin de esta medida es satisfacer la demanda de alimentos de una
población angustiada por la escasez y la pérdida de valor de la cartilla
de racionamiento.

No obstante, de la lectura atenta del decreto que aprueba esta medida en
la Gaceta Oficial de la República de Cuba subsisten algunas lagunas que
se hace preciso identificar antes de realizar una valoración objetiva de
lo que puede significar esta medida.

Una figura rudimentaria de distribución comercial

En primer lugar, conviene destacar que estamos ante una figura
rudimentaria de distribución comercial al por menor que nada tiene que
ver con las tiendas de alimentos que existen en cualquier país del
mundo, medianamente desarrollado. Productores de patio que venden sus
excedentes, algún vendedor que compra a algún agricultor independiente,
o alguna explotación campesina que de forma directa vende sus productos.
Y poco más.

Algo es algo. Se parte de un nivel de actividad muy bajo, casi
primitivo, en el que los productos de consumo, básicamente alimentos
perecederos, no van a exigir grandes inversiones en logística o
transporte, al menos a corto plazo. La compra por las personas será muy
frecuente, casi diaria, para salir del paso, si bien, cabe esperar que
vaya mejorando en cantidad y calidad con el paso del tiempo, sobre todo,
para los que puedan pagar los productos.

El uso del numerario

Aquí viene la segunda cuestión, el uso del numerario en que se
realizarán las operaciones. En un país en que circulan, libremente y sin
control, al menos cuatro monedas distintas, el peso cubano, el CUC, el
dólar y el euro, se tendrá que definir en cuál se deberán realizar los
pagos de los compradores a los vendedores.

La cuestión no es baladí. Suponiendo que esta decisión se obvie por las
autoridades, se producirá una tendencia a utilizar el CUC y las monedas
fuertes en las transacciones, al menos en una primera fase, con el
objeto de realizar el cambio a pesos una vez realizadas las ventas. Una
razón es que quienes compren directamente a los productores para
comerciar después directamente al público tendrán que pagar en moneda
fuerte o convertible. Los agricultores independientes no están para
bromas, ya que ellos, los insumos los tendrán que comprar, si los
encuentran, en la misma moneda fuerte.

Además, vender en moneda convertible sería mucho más rentable, vía tipo
de cambio artificial de las monedas, que realizar todas las
transacciones en pesos cubanos, que se pueden conseguir al final del
proceso para pagar los impuestos.

Por otra parte, el acceso a las monedas fuertes y al CUC ha venido
generando en la Isla unas diferencias económicas y sociales ampliamente
cuestionadas que ahora, con los nuevos comercios, se pueden justificar.

Dudas e incertidumbres que apuntan a medio plazo, ante un fuerte y
sostenido aumento de la demanda de una población que ha padecido graves
carestías en los últimos años, a una escasez de moneda nacional y a un
previsible aumento de los precios de los alimentos, con el peligro de
más inflación.

Márgenes

En tercer lugar, los márgenes. No cabe duda que esta nueva actividad va
a generar importantes beneficios. No hace falta ser un gran economista
para prever que, partiendo de los bajos niveles de consumo de alimentos
de la población y la escasa variedad de los mismos, una adecuada
relación productores vendedores, puede llevar a los mercados productos y
artículos desconocidos para la distribución racionada, que tendrán,
previsiblemente, una gran demanda al menos durante algún tiempo. El
volumen de transacciones será muy elevado, la dieta alimenticia de las
familias cubanas mejorará con ello, y se va a generar un fuerte aumento
de los beneficios en esta actividad, lo que va a atraer a más comerciantes.

¿Cómo está preparado el régimen para las consecuencias sociales y
políticas de este proceso? ¿Se han previsto formas asociativas entre
productores-distribuidores-vendedores para mejorar la economía de escala
del proceso productivo, lo que supondría la consolidación del canal de
comercialización largo en la Isla? ¿Está dispuesto el régimen a observar
pacíficamente cómo aparece un contrapoder económico que controla el área
de alimentación, la más importante de un país, en la iniciativa privada
y libre? ¿Ha previsto el régimen incorporar a estas nuevas actividades
personas afectas que, hasta ahora empleados por el Estado, desde dentro,
eviten la previsible demanda social de mejora que se puede producir?

Dudas que se pueden despejar con la experiencia pasada. Con lo sucedido
en los últimos años, el raulismo castrista puede segar de un golpe
cualquier proceso de acumulación que, ideológicamente, no sea admisible.
Ya ocurrió después del paso de los ciclones, y casi seguro lo volverán a
hacer.

Nada de lo que ahora está en juego en Cuba representa una economía
basada en los derechos de propiedad y el funcionamiento efectivo del
mercado vía precios transparentes y flexibles. Por eso, lo más probable
es que termine siendo un fracaso. Igual que otras experiencias
anteriores del régimen. La solución acordada se basa en un modelo
primitivo de actividad de venta cuyo sentido es paliar la escasez y la
penuria de la dieta alimenticia, y facilitar que los productos
agropecuarios lleguen a la población y no se estropeen en los campos y
granjas por la desidia del Acopio estatal. Habrá que dar tiempo y
observar de cerca el proceso, escuchar las demandas de la población y
ver cómo mejora, si es que mejora, su alimentación y con ello
condiciones de vida. Los factores económicos, políticos y sociales que
subyacen el proceso: la inflación, la acumulación, el aumento de
comerciantes, el auge de esta actividad, son un reto para el castrismo
raulista. Tal vez, no lo sepan.

http://www.diariodecuba.net/opinion/58-opinion/3071-la-libertad-de-venta-de-productos-alimenticios-isolucion-o-problema.html

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