Saturday, April 18, 2015

Al rescate del pan

Al rescate del pan
LUZ ESCOBAR, La Habana | Abril 17, 2015

La panadería de Eliot amaneció este viernes con la paleta de amasar rota
y una fila de gente a la espera para comprar una flauta o un panecillo.
El hermano ha salido a toda velocidad para arreglar la pieza con un
tornero, porque "no se puede estar un día sin vender, la pérdida es
tremenda", asegura el atribulado panadero.

Este trabajador por cuenta propia ha abierto un negocio singular en el
barrio habanero de La Timba donde oferta una gran variedad de productos
horneados. Cada día que logra sortear los altos precios de la materia
prima y los problemas con la infraestructura, lo cuenta como una hazaña.

Entre los numerosos negocios que han florecido desde las recientes
flexibilizaciones para el trabajo por cuenta propia, no abundan las
panaderías. Si por un lado las quejas por la mala calidad de ese
producto en el mercado racionado crecen, sorprende que los atrevidos
emprendedores cubanos no se hayan lanzado a amasar y hornear para todos
los gustos.

Muy cerca de la calle Colón, en uno de esos edificios conocidos como
"pastorita" de la calle Bellavista, desde hace unas semanas asoma un
vistoso cartel que anuncia unos panes maravillosos en una gigantografía
recién impresa. Es un apartamento de planta baja donde se ha instalado
un sencillo anaquel de madera para exhibir los productos. Su fuerte es
el pan, pero también hace panetelas, cakes y otros dulces finos.

Una bolsa de 15 panes grandes cuesta 20 pesos cubanos y tiene hasta
semillas de ajonjolí. La voz se ha ido pasando entre los vecinos y ahora
le piden por encargo panes que algunos más viejos solo guardan en la
memoria. Desde la madrugada todo alrededor se impregna del olor
inconfundible de la hogaza cociéndose lentamente en el horno.

El lugar también tiene una oferta de productos de tamaño más estándar
que cuestan un peso cada uno, panecitos para perro caliente y otros en
forma de cangrejitos. Eliot no necesita salir a pregonar ni vender a
domicilio. Sentado en el balcón de su casa, atiende a todos los que
llegan en busca de otro sabor y otra textura que no sea el del insípido
pan de la bodega.

Hace unos años intentó abrir una barbería en el patio del apartamento,
pero no le fue bien. La cosa terminó en la estación de policía y le
confiscaron lo poco que había ido adquiriendo para habilitar el negocio.
Un par de viejos sillones de barbería fueron montados en un camión y, al
final, hasta él pasó un buen rato en la estación ya que perdió la calma
con los muchachones vestidos de azul.

Por suerte, la vida ahora le sonríe. Las madres de la zona garantizan
allí la merienda de sus hijos y los dueños de las cafeterías cercanas
amanecen para llevarse su buena cantidad que después venderán en
bocaditos y sándwiches. Briseida, la jubilada que cobró esta mañana su
pensión, espera a que la paleta rota regrese del tornero. "Hoy sí me voy
a dar el gusto de comerme un buen pan", dice.

Source: Al rescate del pan -
http://www.14ymedio.com/nacional/rescate-pan_0_1762623730.html

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